dic 2013

dic 2013

domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Por qué aceptarlo?

Hacía tiempo que no hacía la crónica de un partido, y lo cierto es que hoy tampoco la voy a hacer exactamente, no me apetece mucho, y no por la derrota, porque llevábamos varios partidos seguidos ganando y tampoco las he hecho, sino porque las cosas que vi ayer en pista, en el partido, hacen que me centre en ellas y no en el juego o el resultado en sí (ese trabajo de análisis lo haré internamente de cara a seguir preparando al equipo).

Lo tengo muy fácil para empezar: partido entre dos buenos equipos del grupo 2 de Tercera División Nacional, cada uno con su estilo, jugando a lo suyo. Minuto 4 de partido, entrada a destiempo, justo después de la señalización de una falta (es decir, con el juego parado), con resultado de pisotón del tobillo a un jugador de mi equipo con el pie apoyado en el suelo, y con diagnóstico inicial (hasta que las pruebas, una vez se retire el yeso, digan lo definitivo) de rotura de ligamentos.

Podría acabar aquí, sin más, porque muchos pensaréis que es un lance del partido. Pero cuando ves y vives cómo fue el resto, te das cuento de que no es así.
Quiero pensar y pienso, que un deportista no puede tener intención de lesionar a un "compañero" (rival durante 40 minutos) voluntariamente. Pero también tengo claro que, en función de cómo salgas a una pista, cómo juegues, qué nivel de intensidad/agresividad/extramotivación/aceleración lleves, el porcentaje de posibilidad de que algo así ocurra, es muchísimo más alto. Las opciones de que hagas daño a alguien, aumentan considerablemente, y ésa es la sensación con la que salgo yo ayer de pista al finalizar el partido.

Obviamente respeto el tipo de fútbol sala que cada equipo quiera practicar, faltaría más! Ésa es la gracia de esto. Pero me duele tener cada vez más claro que, la opción de jugar al límite, de rozar lo permitido en el reglamento, de reirse del fair-play (me tiro al suelo para parar el partido y situaciones desfavorables para mis intereses en los últimos minutos las veces que haga falta fingiendo lesión, pero sigo jugando tranquilamente, por ejemplo), cada vez beneficia más al que apuesta por practicarlo.
Y los árbitros en esto, aunque digan que están a menudo limitados por el reglamento (y no hablo en concreto de los de ayer, la verdad, porque no lo tuvieron nada nada fácil), son tres, y entre los tres tienen que ser capaces de dominar esas situaciones y beneficiar, o al menos no perjudicar, a equipos que apuestan por jugar a fútbol sala, mejor o peor, con más o menos acierto (ayer perdemos porque tenemos errores muy graves que el rival aprovecha a la perfección, y cara a puerta no tenemos el acierto necesario para ser competitivos), pero que apuestan por jugar.

A nivel personal, y termino, mi sensación después de lo de ayer es que fue uno de esos días en los que lo peor de ti, como deportista y tal vez como persona, puede aflorar fácilmente... y creo que con razón. Fácil perder los nervios, las formas, pero yo admito que si lo hice en algún momento, fue para "defender" a los míos, porque por perder no hay problema, es parte del juego y casi que te acostumbras a convivir con ello ("casi", porque a nadie le sienta bien perder), pero tener que aceptar que un jugador esté en el hospital mientras otro/s se va máximo con tarjeta amarilla, fingiendo lesiones, protestándolo todo...se hace duro, poco entendible y desmoralizador.

Desde aquí, mandar ánimos a todo mi equipo y en concreto a nuestro jugador lesionado, así como dar las gracias a todos aquéllos que por una vía u otra os habéis interesado por lo sucedido.
Aunque ayer nos llevamos un buen palo, la categoría, los rivales de cada semana, el trabajo que llevamos hecho desde agosto y el club, exigen y merecen que nos levantemos, y así lo haremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario